En ésta ocasión, quise ceder éste artículo a uno de mis amigos. Él es artista y cantautor y le pedí que redactara cuáles han sido sus malas experiencias con productores/ingenieros.
Muchas veces nos enfocamos en aprender QUÉ hacer… Pero no siempre nos enfocamos en qué NO hacer.
Por obvias razones no puedo dar el nombre del artista, pero puedo decir que tiene un par de años dedicándose a la música y que ha trabajado con diversos productores/ingenieros.
La idea de todo esto es poder ver las malas experiencias que se han tenido con productores y tener cuidado con no cometer estos mismos errores, pues pueden hacerte perder clientes.
Cedo el artículo a mi amigo.
Malas experiencias
Primeramente, gracias al Ing. Héctor Jon por la invitación a participar en este artículo.
Quiero contar un par de experiencias y anécdotas no tan buenas que me han sucedido con productores/ingenieros a lo largo de mi carrera.
Es importante recalcar, antes que nada, que un artista es un cliente. Al final, como cualquier servicio, es importante que el cliente se sienta satisfecho si buscas que regrese contigo.
OJO… Esto no significa que el artista tenga el derecho a portarse como le de su gana o a «mandarte» de mala manera. Sin embargo, hay ciertos puntos que se deben cuidar para mantener una relación sana con ellos.
Espero éstas pequeñas historias puedan resultar útiles para todo aquel que se dedique a la producción musical.
Experiencia #1 – Aumento de precio
Una de las malas experiencias con productores que he tenido, fue cuando contraté a un reconocido productor de mi ciudad para trabajar dos de mis sencillos.
Llegué a él por recomendación de varios conocidos, así como portafolio que escuché de él, por lo que me decidí a contactarlo y contratarlo para la producción de dos canciones.
Realmente, la grabación de la primera canción fue bastante buena. Me sorprendió mucho cómo trabajó desde la pre-producción, por lo que quise contratarlo para producir un segundo tema.
El problema inició en la segunda canción. Ésta se grabó un mes después, y una semana antes de la grabación él me dijo que había aumentado el precio de sus honorarios por el «cambio de año» (la grabación del primer sencillo fue en diciembre y la segunda en enero).
El precio aumentó casi en un 35%… Cosa que se me hacía bastante absurda pues realmente lo hizo sin basarse en nada. Aún así, acepté porque la canción anterior había quedado muy bien.
El siguiente problema fue en la pre-producción. Fue bastante nula, duró media hora y dijo que ya habíamos acabado pues la canción era «muy simple». De nuevo, volví a acceder.
El día de la grabación, el baterista que él contrató grabó su parte y cuando terminó, me cobró el DOBLE de los honorarios que me había cobrado en la primera canción. Mismo cuento, el «cambio de año»…
Obviamente no pude decirle que no, pues ya había hecho el servicio entonces le pagué lo que me pidió.
Después, el mismo día de la grabación, al momento de grabar guitarras y voces el productor se puso a ver un partido de futbol en su tableta electrónica. Yo realmente no le di importancia pues pensé que estaba poniendo atención. (Había un ingeniero de audio grabándome)
Terminamos la grabación, y al siguiente día que me mandaron el «rough mix» (canción sin mezcla) encontré muchísimos errores, tanto en mi voz como en las guitarras eléctricas.
Yo ya le había liquidado el 100% de lo que me había cobrado por lo que no pude reclamar.
Y de ahí en adelante, jamás volví (ni volvería) a trabajar con él.
Experiencia #2 – ¿Ingeniero o productor?
Otra de las malas experiencias con productores fue cuando grabé mi primer EP. Este constaba de 3 canciones y era de mis primeras experiencias profesionales en estudio.
Conocí a un ingeniero de audio de mi ciudad, también recomendado por varios de sus trabajos.
Al ser de mis primeras veces en estudio profesional y pensando que él ya tenía suficiente experiencia, le pregunté si él consideraba necesario contratar un productor (pues él era más reconocido por ingeniero de grabación/mezcla).
Me dijo que no, que un productor no era necesario. Entonces me imaginé que él iba a hacer un buen trabajo produciendo y accedí.
Pues para mi sorpresa, sí se necesitaba un productor. Él resultó ser una persona sumamente perfeccionista en cuestión al audio (cosa que es MUY buena) pero el problema fue que dejó a un lado totalmente la parte creativa.
Todo sonaba muy bien… Pero NO había producción. Yo le preguntaba «¿Oye y esto como lo toco? ¿Esta guitarra dónde la metemos? ¿Estoy afinado? ¿Qué arreglo metemos aquí?»
Y él sólo me decía «Sí, sí»… Pero realmente no le ponía importancia. Se dedicaba 100% a que todo sonara bien.
Desde ese día no trabajo con un productor que también sea ingeniero en la sesión.
OJO… No estoy en contra de esto. Simplemente, a mí no me ha resultado. Desde ahora, SIEMPRE, contrato productor y aparte ingeniero de grabación.
Y otra cosa… Es importante la sinceridad. Si realmente no te gusta producir, no le hagas perder el tiempo al artista sólo por quedarte con el trabajo. Hay soluciones para eso.
Experiencia #3 – Un mal contrato
Cuando recién iniciaba dentro del mundo de la música, tenía una banda.
Nosotros grabamos nuestro primer material con dos productores de nuestra localidad, llegando a un total de 6 temas.
Estos, al ver que nuestros temas habían reaccionado bien en las redes sociales, decidieron firmarnos como agencia de manejo artístico para desarrollar nuestro proyecto.
Nosotros, al confiar en ellos accedimos.
Nos prometieron de todo… Una gran inversión monetaria, así como un manejo artístico a la altura de artistas internacionales (literalmente, así nos vendieron la idea).
Para no hacer el cuento más largo, pasaron casi 18 meses (año y medio) y no se hizo absolutamente nada.
Ni se invirtió dinero, ni se lanzó más material, ni se desarrolló el proyecto como tal.
Lo único que se hizo fue un estudio de mercado (que terminé pagando yo) con una agencia MUY costosa de mi ciudad, así como una página web (que de igual manera pagué yo de mi bolsillo).
Después de un año y medio sin resultados ni trabajo de éstos dos productores, decidí ponerle fin al contrato.
Cuando los encaré, se ofendieron y se lo tomaron mal, y me dijeron que la única manera de terminar el contrato era firmando uno nuevo, el cual estipulaba que yo no podía utilizar ninguna de las 6 canciones por un tiempo de 5 años.
En ese momento acepté, pues yo sólo quería terminar el contrato.
Después me di cuenta que fue un grabe error. Los masters de las canciones eran DE MI AUTORÍA pues yo los había pagado antes de firmar el contrato. Sin embargo, firmé algo que no debía.
La moraleja: Hay que respetar el trabajo de las personas en la industria musical. Un productor no es un manager artístico, y un manager no es un productor. No tienen las mismas funciones y no pueden combinarse. (Sé que hay excepciones pero hablo en la mayoría de los casos).
Conclusión
Espero que éstas tres anécdotas les sirvan para bien dentro de sus carreras como productores.
Por mi parte, con estos cuatro productores anteriores, yo jamás voy a volver a trabajar. Y no me gustaría que cometieras el mismo error y perdieras clientes por eso.
Recuerda que el cliente debe sentirse cómodo y eso pasará si tú realmente eres honesto con él desde antes y durante la grabación.